El Néctar del Éxito se Bebe en la Copa del Sacrificio. COLO-COLO, ETERNO CAMPEÓN!!!!

No podía ser de otra manera. El campeón hay uno sólo resonó de Arica a Magallanes más fuerte que nunca, como aquélla noche lo merecía, como todos los albos de corazón lo esperábamos. Tenía que ser una final dramática, digna de una historia construída con esfuerzo y tesón por generaciones de colocolinos. Tenía que ser, además, la revancha perfecta contra aquéllos que alguna vez osaron desafiar nuestro sitial de El Mejor. Tenía que haber sido como fue, simplemente.
Y el rival también contaba. La "U" era el único que podía amagarnos la notable campaña realizada por un equipo extraordinario, quizá el mejor de la década hasta el momento. Cobreloa no existe, Huachipato es de cartón y la UC se conformó, para variar, con poco. Ojo, que esto no lo digo yo sino uno de los integrantes de su plantel, que dijo que la motivación no era la misma que el año pasado después de ser campeones y llegar a semifinales de la Sudamericana. Allá ellos. Pero el chuncho era otra cosa. Estaba Salas. Estaba Iturra. Estaba Ponce. Estaba Herly, el wea. Tenían hambre de igualar nuestra gesta del 2002, cuando fuimos campeones en quiebra (como siempre copiando los muy giles), por lo que eran rivales de temer. Por lo mismo el título, la estrella número 24 de Colo-Colo, se celebra como nunca. No, no podía ser de otra manera.
El principio
¿Cómo fue que Colo-Colo armó un plantel de verdad estelar con el que pudo por fin volver a la senda del éxito de la cual nunca debió separarse? Por varios motivos, el principal de ellos de que al fin los dirigentes que administran hoy al club se dieron cuenta de que teniendo un equipo competitivo sería más fácil atraer inversores, tendrían el apoyo de socios e hinchas y sería así mucho más fácil trabajar. Concordando con esta postura contrataron al mejor técnico del medio, para mi gusto: Claudio Borghi. El argentino no sólo sabe un kilo de la pelotita, sino además es un tipo que agrada del fútbol ofensivo, algo tan nuestro, tan colocolino. Su llegada fue el inicio de algo nuevo, y el medio y los hinchas del Indio nos dimos cuenta de inmediato que algo venía.

Llegaron José Luís Jerez, desde Unión Española; Héctor Mancilla, desde Huachipato y Humberto Suazo, desde Audax Italiano. Inmediatamente comenzaron a sacarse cuentas. Por ejemplo, era primera vez en seis o siete años que Colo-Colo contrataba delanteros calados y probados, vigentes y letales. Jerez venía a darle a la banda izquierda la explosión que Madrid no tenía. Además, en la Noche Alba arribó Celso Ayala, el único punto negro, y posteriormente el defensor colombiano Andrés González.
La idea de Borghi estaba clarita. Dos delanteros abastecidos por Jorge Valdivia y Matías Fernández quienes, a su vez, estarían apoyados por las bandas por Jerez y Alvaro Ormeño. Arturo Sanhueza, a quien se logró retener después de una larga polémica, sería el barredor en el medio. Todo esto complementado con una defensa con línea de tres, donde Ayala la llevaría.

¿Puras Chivas?
Sin embargo el esquema se reflejó incompleto. Algo faltaba, y fueron los mexicanos de las Chivas de Guadalajara quienes lo desnudaron. Derrota 1-3 en Arellano y 5-3 en México, luego de remontar un 0-3, motivaron los cambios. El equipo quedaba partido en dos, según Borghi, ya que había sobrecarga de volantes ofensivos que dejaban el trabajo de quite sólo a Sanhueza. Como este no daba abasto, el once albo se cortaba al medio, quedando permanentemente a merced de los contragolpes rivales. Así, no sólo con Chivas el Cacique la vio negra: derrota con Huachipato 0-2 en el Monumental y un empate 3-3 con La Serena en La Portada hicieron reaccionar.
A todo esto debe sumarse que Celso Ayala, de 35 años y dos de inactividad, más el colombiano González dieron un verdadero concierto de cagazos en los partidos con los mexicanos. Salieron cascando de la titular.
Así, Borghi y la dirigencia comienzan las tratativas para integrar a otro elemento al "team" popular. El elegido sería un muchacho que alguna vez vistió la alba del Cacique cuando niño, que encontró la gloria en Cobreloa y la selección y que dejó un grato recuerdo en Quilmes y Estudiantes de Argentina: Rodrigo Meléndez, conocido en el ambiente como el "Kalule".
Otra cosa es con "Kalule"
Con Meléndez en la cancha, Colo-Colo pudo por fin demostrar lo que quería. El debut del ex loíno lo dice mejor que cualquier comentario: 4-1 a Palestino, donde jamás los árabes pillaron mal parada a la defensa y donde Matías Fernández y Jorge Valdivia tuvieron toda la libertad del mundo para crear, ganar, golear y gustar. A partir de entonces, la máquina alba no tendría parangón: 5-0 a Wanderers, 7-2 a Rangers, 3-0 a Cobresal, 3-0 a Santiago Morning y en el clásico con la "U" el favorito respondió a sus pergaminos: 3-1, con goles del Mati, Mancilla y Gonzalo Fierro, que se había apoderado de la banda derecha gracias a una lesión de Ormeño y a sus buenas actuaciones.

La serie de victorias tendría un receso de dos duelos: Derrota con la UC en el Monumental 2-3 y con Unión 0-1 al domingo siguiente. Pero no pasaron de ser meras anécdotas. Ya nadie se acuerdo de esos pequeños tropiezos, aunque en su momento dieron para el típico "Colo-Colo en crisis" que tanto le gusta a la prensa. Lo de Católica fue un mero accidente. Colo-Colo queda con 10 por una torpe expulsión de Valdivia (menos torpe que la de Zidane, en todo caso) y al final el resto físico le pasó la cuenta, a pesar de estar 2-0 en ventaja. Lo que más causó sorpresa fue la forma como los hinchas y jugadores cruzados celebraron como si hubieran ganado la Libertadores. Más allá de lo poco acostumbrados que están a las celebraciones llama la atención porque Colo-Colo estaba con 10 desde los 15 minutos del primer tiempo. Lo más ridículo de todo es que ellos mismos alegan que otro gallo hubiera cantado en 2002 si hubieran sido 11 contra 11... ¿Entonces porque celebraron tanto ahora? Sólo la mente de los mediocres puede explicar esas contradicciones. Sólo un dato: En 1972 Colo-Colo le dio vuelta el partido a la UC luego de estar 0-2 abajo... pero lo hizo con 10 jugadores. ¡Esas son hazañas, weones!
Luego del paréntesis el albo siguió dando show: 2-0 a Cobreloa, 5-1 a Coquimbo Unido, 3-0 a Antofagasta, 3-1 a Audax, 1-0 a Puerto Montt. Tenía la delantera más goleadora, la segunda valla menos batida, el mejor arquero, el técnico más destacado, etc. El Colo iba derechito al título.
La 24
La nueva estrella debía bajar luego de los play offs. El invento de la ANFPanda debía ser el escollo a salvar para recuperar lo que es nuestro, y el primer capítulo es sólo anécdota: 4-0 y 5-0 a una irreconocible Unión Española, la misma que nos había derrotado con todo merecimiento en la fase regular. A semifinales.

En esta instancia nos tocó medirnos con la Universidad de Concepción, equipo que desde la llegada de Yuri Fernández había levantado su rendimiento de manera notable. Una guerra de goles en Collao 4-3 dejó a los nuestros con un pie en la gran final. Pero la remontada penquista sobre el final del "match" dejó algunas dudas.
Estas serían disipadas de inmediato. Colo-Colo derrotaría por 2-0 a los timoratos universitarios amarillos instalandose después de 3 años en una final de campeonato. ¿El rival? Nada más ni nada menos que la U. de Chile.
Una historia completamente nueva comenzaba a escribirse. Colo-Colo llegaba de favorito, de la mano del talento y explosión de Matías Fernández, la conducción, manejo y desparpajo de Jorge Valdivia, los goles del "Chupete" Suazo, la seguridad de Claudio Bravo, el despliegue de Sanhueza y "Kalule", la velocidad y potencia de Jerez y Fierro, la prestancia de Miguel Riffo y la solvencia de Luis Mena y David Henríquez. La "U", sumida en la quiebra, la irregularidad de algunos hombres como Candelo, Canío y Alcázar más los constantes cambios de esquema la tenían a mal traer. Pero las madres son las madres, y mirarlos a huevo es de giles, así que había que estar muy concentrados y atentos.
El primer pape lo pegó el "Popular", en una de esas actuaciones que nos han dado un sello tan distinto al de los demás. Victoria de 2-1, remontando una desventaja inicial, de la mano de un emblemático y archiconsagrado Matías Fernández. El calerano condujo la levantada alba del segundo tiempo con dos golazos, uno en el último suspiro del duelo, y junto a Valdivia, Meléndez y Sanhueza pusieron al Cacique a tiro de cañón.
Faltaba el último paso. Los frenéticos días que siguieron al primer partido, con la gente agolpada a las boleterías, reventas y demases daban cuenta de la importancia de ese duelo. Era vital ganar, era vital levantar esa copa. Y más encima en su cara.
Sin embargo, como todo en la vida no podía ser fácil. ¿Por qué tendría que ser fácil, cuando este club fue fundado con una mesa y cuatro sillas? No, pues, a los colocolinos las cosas nos cuestan más. Y no podía ser esta la excepción.
Al fente estaba el rival de siempre. Con sangre en el ojo. Con ganas también de dar una vuelta. Era entendible ya que estaban en quiebra y necesitaban un bálsamo. Pero no podíamos dejar que la copa que tanto merecíamos se fuera a sus despobladas vitrinas. Había que ganar o ganar.
Y perdimos el partido. Los nervios traicionaron al Colo. La urgencia aleonó a la "U", que hizo su mejor partido del torneo. Salas era un astro, Ponce no daba ventajas a Valdivia y Suazo , mientras Iturra controlaba a Matías Fernández. Promediando el segundo tiempo, Luis Pedro Figueroa anota para las madres. 1-0. El codo norte, atestado de público, rebosante de banderas blancas y negras, lejos de amilanarse comenzó a cantar y alentar a los suyos cuando Selman dijo que esto se decidía a penales. Sobre todo a uno que era el depositario de todas las esperanzas del mundo albo: Claudio Bravo.

El arquero del popular debe ser el mejor cuidapalos del país desde el "Cóndor" Rojas. Yo dije esto hace un par de años y los hechos me dan la razón. Bravo se paró bajo los tres tubos del arco norte del Nacional con seguridad, aplomo y confianza. Sólo pensaba en la pelota, según dijo después. Y parece que así fue, ya que detuvo el penal de Hugo Droguett. El Cacique estaba 2-1 arriba. Hasta que vino la jugada más célebre de los últimos años.
El volante colombiano Mayer Candelo se paró delante del balón. 65 mil espectadores expectantes, conteniendo la respiración. Claudio Bravo, agazapado frente a la pelota, va abajo a su izquierda cuando advierte algo extraño. Candelo ha disparado la pelota con una sutil cucharita, tan sutil que el meta albo alcanza a reponerse, se lanza atrás y logra manotear el balón. Luego de besar el poste, la pelota se pierde lejos.
La explosión en el Nacional fue total. Ahí supe que seríamos campeones. No podíamos perder el título después de esa atajada. No podíamos perder el título luego de esa campaña. No podíamos perder el título con esos jugadores. No podíamos perder el título con ese técnico.
Fierro anota para Colo-Colo. 3-1. Inmediatamente Figueroa anota para la "U" y deja las cosas 3-2. Si Miguel Aceval lo hace somos campeones. "Cabeza de tele" toma vuelito, dispara y la pelota infla la red. ¡¡¡COLO-COLO CAMPEÓN!!!
La celebración fue con todo. Lo merecía el pueblo albo, lo merecían los jugadores, lo merecía Borghi. Se sufrió, pero al final la copa se quedó con el mejor, con el que hizo más durante todo el torneo. No, no podía ser de otra manera.
Las calles se llenaron de hinchas que celebraron a rabiar el nuevo título. Los jugadores tuvieron su premio al esfuerzo con la nueva corona. David Arellano lo agradece desde el más allá.
Porque el néctar del éxito se bebe en la copa del sacrificio. Por eso hoy Colo-Colo celebra. Por eso hoy Chile está feliz.

2 Comments:
Notable. No tengo más que decir
Carlos:
Mi mente no es superiora, lo que pasa es que siempre he tenido la virtud de escuchar a los demás y respetarlos, no de ningunearlos. Quizá es eso lo que en realidad hace la diferencia.
Saludos
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