La Espada y la Pared
Después de seis meses de silencio he vuelto. No será nada del otro mundo, pero como dije en mi anterior declaración de principios mi fin no es entretener, simplemente decir lo que pienso de lo que sea, le guste al que le guste. Ahora, si entrenetgo tanto mejor pero no creo estar capacitado para hacer disfrutar al lector con lo que escriba. Estoy perfectamente al tanto de mis limitaciones.
La mañana de ayer escuchaba como todos los sábados en la Radio Rock and Pop el programa "El Mañanero", conducido por Nicolás Copano. El hombre me cae muy bien, me parece un tipo informado, criterioso, locuaz, entretenido, inteligente, gracioso, irreverente, sarcástico y, por supuesto, muy buen locutor. Entre tanta risa salió, no se cuando, el tema de la farándula, veneno que hoy en día carcome a los chilenos al igual que el consumismo, el arribismo, la mal entendida competitividad, las traiciones, la levedad, el prejuicio -soy especial víctima de este último... snif!- y la hipocresía, la más clásica de todas. Copano y sus boys, respondiendo a un anónimo auditor (o auditora... qué memoria de diablos!) que descargó toda su artillería contra la farándula, llegaron a la conclusión simple de que ésta tiene tanta importancia en Chile porque simplemente no hay alternativas. Como ejemplo apuntaron a los indigestantes matinales, (que ,aunque no lo crean los he visto), donde todos cubren el mismo tema al mismo tiempo, pelan a los mismos giles al mismo tiempo, inventan las mismas bobadas al mismo tiempo... en fin. Todos son exáctamente lo mismo y no hay más. Sostuvieron que el público, la gente, la gallada como decía Legrand, simplemente está entre la espada y la pared, al no tener más alternativa televisiva.
Concuerdo con ellos. Más allá de eso, sin embargo, al chileno le falta tomar la iniciativa. Siempre he dicho que si encuentras malo un programa de TV no lo veas. Todos me dicen "si no lo veo, no lo puedo criticar". Cierto, muy cierto, pero eso no significa que te lo mames como obligación. La televisión debe ser entendida como una simple alternativa, al igual que la radio, las revistas, el cine, etc, y no como un deber. Me acuerdo que en los años de gloria del "milagro chileno", la buena y falsa época del narigón Frei, el programa estrella era "Viva el Lunes", con la detestable Cecilia, el pajarón de Morandé y Salas. Mi madre no se lo perdía, pero reclamaba todo el programa contra el cinismo de la beata Cecilia y su afán de mostrarse como "señora de bien", contra los invitados, contra todo. Pero no había caso de que cambiara esa mugre, o pusiera la radio o simplemente apagara esa porquería. Cuando mi viejo y yo le hacíamos ver tamaña contradicción simplemente nos decía "pero que quieren que haga si no veo tele en todo el día". Plop!
Copano y los suyos tenían razón. Existe un exceso asfixiante de farándula. En lo personal, y derribando una vez más los prejuicios hacia mi persona, no tengo nada contra la farándula. La odio, sí. La detesto, también. Pero la respeto y entiendo que un poco de farándula no le hace daño a nadie. Total, los individuos vacíos, amargados, tristes y carentes de identidad, que son quienes necesitan esas cosas, abundan en todas las épocas y en todas las sociedades. Lo que no soporto es su exceso, ese "todo debe ser farándula", esa fiebre de preocuparse de gente que, en la mayoría de los casos, ni siquiera tiene el mérito suficiente para ser "celebridad".
Pero insisto, más allá de estar entre la espada y la pared a los chilenos les falta iniciativa. Así como hemos sido capaces de darle la espalda a la basura viendo "La esclava Isaura" o "Lost", dos verdaderas alternativas a la decadencia televisiva chilena, podemos buscar otras en la radio, el cine, el video del barrio y cuantas más. Hasta con el silencio podemos encontra algo mejor. Las mejores conversaciones del último tiempo en mi casa surgieron justamente cuando la tele estaba apagada.
En fin, somos nosotros los llamados a buscar una alternativa a la mugre que vemos en la TV. Somos nosotros quienes debemos ejercer nuestro criterio y exigir algo distinto. Todos dicen que la tele es mala, pero somos pocos los que nos hemos levantado en armas contra ella buscando alternativas. En estos tiempos de democratización creciente el espectador o público debe ejercer ese derecho dejando de lado la lata de "La tele o yo", "Animal nocturno", "SQP" o "Primer Plano" si tanto los detesta y buscar otros caminos.
De lo contrario solo estaríamos justificando el "pan y circo" que nos ofrece la televisión hoy en día.
La mañana de ayer escuchaba como todos los sábados en la Radio Rock and Pop el programa "El Mañanero", conducido por Nicolás Copano. El hombre me cae muy bien, me parece un tipo informado, criterioso, locuaz, entretenido, inteligente, gracioso, irreverente, sarcástico y, por supuesto, muy buen locutor. Entre tanta risa salió, no se cuando, el tema de la farándula, veneno que hoy en día carcome a los chilenos al igual que el consumismo, el arribismo, la mal entendida competitividad, las traiciones, la levedad, el prejuicio -soy especial víctima de este último... snif!- y la hipocresía, la más clásica de todas. Copano y sus boys, respondiendo a un anónimo auditor (o auditora... qué memoria de diablos!) que descargó toda su artillería contra la farándula, llegaron a la conclusión simple de que ésta tiene tanta importancia en Chile porque simplemente no hay alternativas. Como ejemplo apuntaron a los indigestantes matinales, (que ,aunque no lo crean los he visto), donde todos cubren el mismo tema al mismo tiempo, pelan a los mismos giles al mismo tiempo, inventan las mismas bobadas al mismo tiempo... en fin. Todos son exáctamente lo mismo y no hay más. Sostuvieron que el público, la gente, la gallada como decía Legrand, simplemente está entre la espada y la pared, al no tener más alternativa televisiva.
Concuerdo con ellos. Más allá de eso, sin embargo, al chileno le falta tomar la iniciativa. Siempre he dicho que si encuentras malo un programa de TV no lo veas. Todos me dicen "si no lo veo, no lo puedo criticar". Cierto, muy cierto, pero eso no significa que te lo mames como obligación. La televisión debe ser entendida como una simple alternativa, al igual que la radio, las revistas, el cine, etc, y no como un deber. Me acuerdo que en los años de gloria del "milagro chileno", la buena y falsa época del narigón Frei, el programa estrella era "Viva el Lunes", con la detestable Cecilia, el pajarón de Morandé y Salas. Mi madre no se lo perdía, pero reclamaba todo el programa contra el cinismo de la beata Cecilia y su afán de mostrarse como "señora de bien", contra los invitados, contra todo. Pero no había caso de que cambiara esa mugre, o pusiera la radio o simplemente apagara esa porquería. Cuando mi viejo y yo le hacíamos ver tamaña contradicción simplemente nos decía "pero que quieren que haga si no veo tele en todo el día". Plop!
Copano y los suyos tenían razón. Existe un exceso asfixiante de farándula. En lo personal, y derribando una vez más los prejuicios hacia mi persona, no tengo nada contra la farándula. La odio, sí. La detesto, también. Pero la respeto y entiendo que un poco de farándula no le hace daño a nadie. Total, los individuos vacíos, amargados, tristes y carentes de identidad, que son quienes necesitan esas cosas, abundan en todas las épocas y en todas las sociedades. Lo que no soporto es su exceso, ese "todo debe ser farándula", esa fiebre de preocuparse de gente que, en la mayoría de los casos, ni siquiera tiene el mérito suficiente para ser "celebridad".
Pero insisto, más allá de estar entre la espada y la pared a los chilenos les falta iniciativa. Así como hemos sido capaces de darle la espalda a la basura viendo "La esclava Isaura" o "Lost", dos verdaderas alternativas a la decadencia televisiva chilena, podemos buscar otras en la radio, el cine, el video del barrio y cuantas más. Hasta con el silencio podemos encontra algo mejor. Las mejores conversaciones del último tiempo en mi casa surgieron justamente cuando la tele estaba apagada.
En fin, somos nosotros los llamados a buscar una alternativa a la mugre que vemos en la TV. Somos nosotros quienes debemos ejercer nuestro criterio y exigir algo distinto. Todos dicen que la tele es mala, pero somos pocos los que nos hemos levantado en armas contra ella buscando alternativas. En estos tiempos de democratización creciente el espectador o público debe ejercer ese derecho dejando de lado la lata de "La tele o yo", "Animal nocturno", "SQP" o "Primer Plano" si tanto los detesta y buscar otros caminos.
De lo contrario solo estaríamos justificando el "pan y circo" que nos ofrece la televisión hoy en día.
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